sábado, 20 de noviembre de 2010

+Fugacidad+

(I)
Cae la lluvia arrastrándose por aquel vidrio empañado, el viento silva una triste canción de cuna entre las cortinas rojo escarlata de esta oscura habitación.  En la enorme mansión de mi mente, le doy vida a una evolución llena de texturas  pintando colores opacos, sentimientos olvidados...
Perpetuo una idea al epitálamo mientras la música suena por lo bajo; mientras  la sobriedad mental se adueña de mis deseos de desangrarme. La quinta sinfonía Bethoniana se adueñaba del lugar  mientras en mis ojos se pinta un cuadro de alucinaciones, colores y maravillas creadas por millones de palabras y actos de mi pasado. Denotaba su clara influencia  hacia Wolfgang Paalen en la alegoría del árbol de la vida,  haciendo una referencia a la estupidez humana y a la fugacidad de ella entre tintes oscuros de placeres terrenales y moscas de la realidad  y un "Cristo" que preocupado a nuestra sordera avisa la hora del descanso. Mientras tanto la muerte acecha bajo nuestras ramas por nuestros deseos de sobrevivir,  trenzando la cuerda del tiempo, ahogando ilusiones no cumplidas talando nuestra vida, desgastada por el viento. Entre tanto, solo dedico mis segundos a lograr estar lo más alto posible en mi cumbre mental  que seca mis sentimientos frente al vidrio empañado de la desilusión.
Como buen artista,  paso el tiempo con los ojos cerrados, negandome a pintar lienzos sin color, sin siquiera observar aquello que mi pincel ha creado en un momento en el cual el viento entró en forma de puñaladas  a mi habitación hundida en oscuridad y ahora mas clara que la sonrisa de un bebe arrojando las máscaras que colgaban de las paredes destrozando los espejos que reflejaban mi soledad.
¡Abrí los ojos!  Miré dentro de mi, allí observé aquel ser que tambaleaba entre sentimientos deshechos. Quedé atónito al ver  que aquel ser que miraba en el espejo nunca fue un  retrato que yo desearía ser, transfigurando con el pasar de los segundos e idealizando a un ser que me acompañase en mis momentos de soledad, creando un ser en el espejo lleno de maldad odio y rencor. Con mis ojos pintados al óleo, reflejantes de aquel azul,  penetrantes en mi alma, transparentes como los de aquel niño que fui antes de sufrir. Carentes de maldad  que desbordaban la juventud de su espíritu y una impresionante ternura en su hermoso mirar, enamorado de la vida y de los integrantes de sus sueños. Ahora tengo veinte años y cada que al espejo miro, solo vuelvo a ver ese niño ese niño que algunas vez vivió más que yo y que hoy en día solo se había escapado de mi interior, como muchas otras cosas que ahora no están conmigo...  a quien había amado mientras caía la lluvia, a quien alguna vez había imaginado entre sueños y fantasías de un demente corazón. Un hijo limpio de cualquier odio sin razón,ese espejo de un niño que nunca deseó sufrir.  Sentado en aquél rojo sillón aterciopelado donde el alguna vez había estado,  entre transcursos de tiempo y espacio... lo observé. Degusté de su esencia mientras sentía su mirada clavada en mis ojos... ¡Ese era yo! El solo deseo amar, el solo deseo ser amado, soñando aquella piel tersa, blanquesinada y resaltada  por aquellas pupilas de miel sobre aquellos labios fogosos. La mujer con la cual imaginaba morir tomado de la mano, sentir la confianza flotando a flor de piel y amándola como ella lo hubiera podido saber. Solo sueños e idealismos de un ser sin realidad, un niño de doce años queriendo amar. Fue grande mi estupor, inesperada mi acción  de levantarme y quererla admirar más de cerca.  ¡Pero que injusto puede llegar a ser Dios!  Que mientras me reincorporaba a mis recuerdos de niño, la ventana seguía abierta...  por ella, aun entraba aquel frío de invierno.
(II)
¿Quién es? ¿Quién habita allí? No entiendo eso, tantos sueños, tantas preguntas que aún no logro descifrar, o al menos intentar descifrar para darles una respuesta medianamente convincente. Me refugio en mi arte, como siempre tan cobarde y tan llena de amargura, al menos esperando por su respuesta, por una mínima respuesta que aún no logro obtener, pues se ha vuelto ridículo, se ha vuelto simplemente inalcanzable. Tanto tiempo soñándole, tanto tiempo sintiéndole cerca y ahora sólo sé que no estará más, que su arte ya no me pertenece y que simplemente fui una ilusión que se desvaneció sin más. Fui su musa de inspiración que ahora simplemente se ha desvanecido, y con ella la inspiración que le trajo.
Le teme a las sombras, aunque no ha querido reconocerlo, y yo simplemente a su lado anhelando, quizás encargándome de compartir los sueños que no me pertenecían. Busco entonces dentro de mi, dentro de mis raíces y de mi esencia aquello de lo que pudo carecer, aquello que me aflige, que me perturba. En realidad no es nada satisfactorio acostarse cada noche con miedo a jamás despertarse de las pesadillas que carcomen, que encierran y que atrapan en un dilema oscuro de soledad.
Doy un grito desesperado, últimamente ya no diferencio entre los sueños o la realidad. Ya no está, esta maldita dependencia, esta maldita cobardía que me aflige y que me castiga con silencio, con indiferencia. ¿Por qué no podía ser diferente? ¿Por qué no podía ser él quien se sintiese de esta manera? Siempre yo, siempre soy débil, siempre, siempre...
Me sabe amargo. ¿Dónde guardaré entonces todo aquello que reservé para aquél supuesto ser que me ha abandonado en la oscuridad? Supongo que lo guardaré en lo más profundo de mi ser, olvidando tal vez con el pasar del tiempo el hecho de la existencia de ello, olvidando quizás que alguna vez también anhelé amar pero que al igual que él, temía hacerlo.
Escucho melodías, escucho el silbar del viento en mis oídos, escucho las gotas de agua deslizarse por las paredes, por las rendijas por donde se cuela un poco de la luz blanca que adorna la oscuridad. Escucho como el viento danza al ritmo de la música que últimamente se ha convertido en sólo ruido para adornar los silencios incómodos del salón. ¿A qué me va a saber el fuego que arde dentro de la chimenea sino a desidia? ¿Ya qué calentará ese fuego que antes ardía y ahora sólo me daña?
Francamente no sé a donde voy con todo esto, se me ha olvidado que cada día era diferente, ahora todo parece estar igual. Sigo anhelando pero no con la misma pasión que antes y en realidad me ha tocado tragarme cada una de mis palabras, aquellas que dejé flotando en el aire; ya parecen no existir, es como si jamás las hubiese articulado.
Maldita monotonía, cada vez me traga más y más profundo. Él sumido en su integridad, en su arte, en sus sueños, y yo...¿yo? He perdido mi rumbo, yo simplemente he perdido la noción del Ser y Estar, ahora no soy ni estoy y francamente no sé si quiera serlo o estarlo, no sé si me quiera despertar.
¿Quién soy?